La diversidad nos hace crecer en la medida en que nos disponemos a aprender de las experiencias de vida de otras personas. Como educadores, resulta difícil ignorar la realidad que vive cada niño o niña y, a veces, se complica comprender las diferencias de cada uno. Pero nuestro trabajo diario se puede enriquecer mediante nuestro ejemplo: si practicamos la escucha activa, comprendemos y respetamos las diferencias, del mismo modo, los niños y las niñas comprenderán que ser diferente no es un límite, sino una oportunidad para aprender, relacionarse y poder apoyar a otros en sus dificultades. Cabe resaltar que las oportunidades para aprender no se limitan al aula, a los libros y a las tareas, sino que se presentan en cada momento del día, en especial, cuando los niños y las niñas necesitan ser escuchados.
En FUNDASIL lo vivimos en el día a día. Como organización, nuestro objetivo principal consiste en apoyar el desarrollo, la formación integral y el acceso a la educación de calidad paras niños y niñas, adolescentes y jóvenes. Generalmente, la niñez que nos visita es muy diversa porque cada quien es un mundo diferente y se enfrenta a desafíos distintos desde su perspectiva particular. Para ello, es fundamental ir reconociendo las necesidades y las situaciones en las que podemos incidir y ser un verdadero apoyo. Tenemos la ventaja que la niñez siempre nos brinda indicios o pistas, ya sea con su expresión verbal, emocional o conductual. Pero es necesario que como educadores estemos atentos, seamos pacientes y muy creativos para lograr situarnos a la altura de la situación.
En la medida que los niños y las niñas puedan expresar su autenticidad, tendrán mayor facilidad para identificar los elementos de la educación formal que sean significativos para su vida. Montessori, Pestalozzi, Freire y más padagogos nos aconsejaron cientos de veces: niños y niñas que reciban educación en la que sean separados de su realidad y de sus emociones tendrán dificultades para aprender.
El juego es la herramienta pedagógica más valiosa que los docentes tenemos porque es el medio por el cual entendemos el lenguaje de la niñez. En un espacio libre, la niñez puede manifestar sus dificultades, sus esperanzas y experimentar el mundo que les rodea con más confianza. El juego es fundamental para aprender a vivir, ya que desarrolla la estructuración del yo, le permite a la niñez conocer el mundo que lo rodea y adaptarse a él. Esto a su vez, promueve la seguridad, la reducción del estrés y la ansiedad, ya que se relacionan con dominio creciente hacia el entorno. Además, enriquece la imaginación, desarrolla la observación, ejercita la atención, la concentración y la memoria. Los equipos de los proyectos Yo Aprendo y Biblioteca Infantil planifican varias actividades para que los niños y las niñas continúen su diario aprendizaje mientras nos visitan. Estas actividades no solo incluyen refuerzos académicos, sino que integran el juego como metodología de aprendizaje.
En las semanas anteriores se desarrolló el taller de piñatas para fomentar la creatividad, la autonomía, el respeto y la cooperación. En este espacio, los niños y las niñas tuvieron la oportunidad de aprender a hacer piñatas caseras, lo cual conlleva tiempo y esfuerzo constante. Durante las tardes, también tuvimos la oportunidad de disfrutar de obras de teatro que los niños y las niñas crearon por iniciativa propia con títeres del Rincón del Cuento. En el proceso, aprendieron a organizarse en grupos, adecuar espacios y crear diálogos originales de sus propias historias. Estas actividades espontáneas de parte de los niños y las niñas siguen siendo la mejor situación didáctica para abordar cualquier dificultad que estén viviendo. Por ello, nos resulta necesario adaptarnos a la diversidad constantemente y trabajar de acuerdo a las necesidades diarias de la niñez.
A partir de estas experiencias reafirmamos que la educación es un proceso complejo, espontáneo y que requiere de creatividad de parte de quienes educan. Sin duda alguna, mejorará cuando se comprenda que esta responsabilidad no recae absolutamente en la escuela, sino que es un esfuerzo compartido. Para ello, es necesario que la familia, la escuela, las organizaciones y la comunidad se sincronicen en el objetivo final: que la educación se comprenda como el camino más humano para resolver los problemas sociales y, también, que sea una herramienta para que los niños y a las niñas tengan la oportunidad de mejorar su condición de vida. El primer paso se dará cuando en el hogar, en la escuela, en el trabajo diario y en cualquier momento en el que sea necesario: escuchemos a la niñez.
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